Fusilado tras meses escondido: la historia de Antonio Tort, el padre de familia que será beatificado

El sacerdote Gaietà Clausellas i Ballvé y el padre de familia Antonio Tort Reixachs, fusilados tras el estallido de la Guerra Civil Española, serán beatificados

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El sacerdote Gaietà Clausellas i Ballvé y el padre de familiaAntonio Tort Reixachs serán beatificados después de que el Papa Francisco haya aprobado el decreto de estos dos catalanes asesinados por odio a la fe durante la Guerra Civil Española.


Clausellas i Ballvé,un sacerdote muy querido en Sabadell

Nacido en Sabadell en 1863,Clausellas i Ballvé fue un sacerdote diocesano que se formó en los Escolapios de la ciudad catalana, y a los catorce años se ingresó en el Seminario Conciliar de Barcelona.

Ordenado sacerdote en 1886, fue destinado primero a Olesa de Montserrat y después a Villanueva y Geltrú, antes de ser nombrado vicario de Sant Fèlix de Sabadell, cargo que ocupó desde 1898 hasta la muerte de Fèlix Sardà y Salvany, en 1916, el cual sustituyó como cura del Asilo de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados.

Clausellas i Ballvé, conocido como el 'padre de los pobres' por su atención a los más necesitados, fue asesinado de un disparo en la cabeza el 14 de agosto de 1936, alrededor de la parroquia de Sant Julià d'Altura, en Sabadell.

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El presbítero catalán es una figura muy querida entre los sabadellenses, un verdadero modelo de santidad en la entrega y servicio a los más sencillos, a los pobres y a los enfermos. Un sacerdote que, según los testigos, vivió su consagración hasta dar la vida. Un hombre que se caracterizaba por su vida sencilla y austera que no se reservó nada para sí mismo sino que siempre estaba al servicio de los demás.

Su tumba, en la entrada de la iglesia de Sant Fèlix, ha sido un lugar de oración que convoca a muchos devotos que imploran su intercesión y ayuda.

Antonio Tort, el padre de familia que fue capturado tras cuatro meses escondido

Antonio Tort fue asesinado al inicio de la Guerra Civil Española con tan solo 41 años tras acoger en su vivienda al obispo de Barcelona, Manuel Irurita, también fusilado. Padre de once hijos, regentaba una joyería. Una actividad que compatibilizaba con su amor a la Eucaristía y a la Virgen de Lourdes.

Cuando estalla el conflicto, Tort es consciente del peligro que corre su familia, por lo que envió a toda su familia a su residencia veraniega de Monistrol, aunque el futuro beato optó por quedarse en Barcelona, siendo testigo de la quema de templos y casas religiosas.

Cuando las milicias accederon al Palacio Episcopal en Barcelona, el obispo Irurita y su secretario lograron escapar, refugiándose en la vivienda de Tort, en la calle Bisbe. Tort también acogió a varios miembros de su familia y a cuatro religiosas carmelitas de la Caridad.

Durante cuatro meses permanecieron escondidos. Irurita bendecía desde la casa a Barcelona y presidía la Misa a las seis y cuarto de la mañana en la comulgaba el grupo clandestino.

En diciembre de 1936, los milicianos irrumpieron en la vivienda de Antonio Tort al tener una orden de detención por haber aparecido en una lista como peregrino habitual a Montserrat. En el registro, que aprovecharon para robar piezas de joyería de la familia y destrozar las imágenes religiosas que encontraron, dieron con la pequeña comunidad allí escondida.

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Todos ellos fueron conducidos a la checa de San Elías, en lo que hoy es la parroquia de Santa Inés, donde fueron interrogados. Por la hermana Torres, una de las hermanas que fue puesta en libertad, se conoce parte del interrogatorio.

Al obispo, a quien creían simple sacerdote le preguntaron si había oficiado Misa durante su reclusión: "No he dejado de celebrarla ningún día, y si me dejan lo haré ahora mismo, pues el mundo se sostiene por el sacrificio de la Santa Misa". Al cachearle le encontraron un rosario, que le quitaron, burlándose de él cuando lo reclamó: "Por favor, devolvédmelo, sin él no puedo vivir". Luego fueron fusilados.

Los restos de Antonio Tort, sus familiares y del obispo Irurita aparecieron en las exhumaciones de las fosas comunes de Montcada, una llevada a cabo durante la guerra y otra un año después de su conclusión. La esposa de Antonio Tort, María Gavín, y sus hijos José María y Victoria, fueron quienes reconocieron los cadáveres.

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